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Dos poemas de Beatriz Saavedra Gastélum

Beatriz Saavedra Gastélum. Mexicana, a la fecha tiene 21 libros de poesía publicados y dos libro de ensayo, su obra ha sido incluida en un gran número de antologías, revistas y periódicos nacionales y en el extranjero, sus poemas se han traducido a lenguas indígenas, francés, portugués, inglés, griego, italiano, chino y Alemán. Ha recibido múltiples reconocimientos, entre los que destacan: El Premio a la Excelencia Cultural Cesar Vallejo, Sinaloense ejemplar en el mundo, finalista del Prix Mallarme, Francia y premio internacional de literatura Alejandra Pizarnik. España 2024.

Gladys Mendía 10 meses ago 78
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Beatriz Saavedra Gastélum. Mexicana, a la fecha tiene 21 libros de poesía publicados y dos libro de ensayo, su obra ha sido incluida en un gran número de antologías, revistas y periódicos nacionales y en el extranjero, sus poemas se han traducido a lenguas indígenas, francés, portugués, inglés, griego, italiano, chino y Alemán. Ha recibido múltiples reconocimientos, entre los que destacan: El Premio a la Excelencia Cultural Cesar Vallejo, Sinaloense ejemplar en el mundo, finalista del Prix Mallarme, Francia y premio internacional de literatura Alejandra Pizarnik. España 2024. Actualmente, Dirige el taller de creación literaria “Alicia Reyes” en la Capilla Alfonsina (INBAL), el Ciclo Diálogos en Femenino con Alfonso Reyes y el Coloquio internacional Alfonso Reyes y las mujeres de su tiempo, además es codirectora de la Red Nacional de Mujeres Alfonsinas, en el Museo de la Mujer, UNAM coordina el Ciclo de conferencias Poéticas de la inteligencia y el ciclo Poesía en voz de sus autoras. Es Directora del Centro de estudios sobre la Mujer en la Academia Nacional de Historia y Geografía UNAM, y Creadora y Directora del Festival Internacional La Mujer en las Letras en la misma institución, es presidenta de la Academia Nacional de perspectiva de género de la Legión de Honor Nacional de México, es codirectora de la Editorial Floricanto, escribe la Columna de crítica literaria en el periódico El Capitalino CDMX y En el Diario de Madrid. Es Directora de La Casa Estudio de Crítica Literaria CDMX.

Suscita el Timbre postal la huida

Hay una roca en el muelle,
un sentir del abandono,
mirar atrás no es suficiente,
dejar la tierra seca
con los músculos contraídos,
los sueños sobre el agua,
sueños de quietud
en el encantamiento del aire,
contra la neblina
antes de levantar el vuelo.

No hay perfecta luz cuando huyes del sol
con la claridad del mundo a tus espaldas,
cuando el arrancio se dibuja al abrir la carta.

Es el timbre postal
presencia incisiva de profusiones en grietas
lúcidamente redimidas en la libre intensificación
de las palabras antes del viaje.

Previamente a las preguntas
el abecedario tipográfico es testigo
de la dirección que extiende la estampa
en la letra que precipita la inscripción sobre el sello.
Sobre el timbre en mohecido
hay un éxtasis en las texturas del papel en quiebra
con la incomprensión
que revela la oscuridad en la voz taciturna
que entristece el jardín del mundo.

En la linde inteligible de esta carta
a punto de disolver el mundo al fuego
quiero abrir a la sombra las espigas,
abandonar los sueños en las noches muertas,
cerrar la letra escatimada de las despedidas,
naciente mar mirando la aurora
con la nitidez esencial de la trama conocida.

Mar en calma

El viento altera la danza,
trae su aridez
sobre el desierto
de voces que se encuentran.

Yo encuentro el silencio de tus labios
en la despedida.

Avanza la hora, el tren
y tus palabras callan.
Enmudezco yo dispersa
en la hebra etérea que desafía mi fuerza.

Miro el rostro oscuro del viaje,
la despedida
en la espera,
el mar embravecido
en mis cenizas,
la ruina,
la pena a orilla de las palabras
abre el sol como una llaga.

Todavía sobre el aire
el veneno imperceptible del impulso
pierde el sentido.

El sonido delicioso
de los pasos que avanzan
sobre el sueño fértil
abre innumerable
el recuerdo que devuelve
el término del mar en calma.

Hay un fin que desconoce el cuerpo,
una forma vital que resplandece
cuando parte la mirada hacia otra orilla.

De último,
mi respiración se llena
de tu ausencia
largamente sostenida.