TÂNIA TOMÉ (Maputo, Moçambique 1981) Poeta, cantora, compositora, economista y socio-activista. Presidente de la Asociación cultural Showesia, ganó diversos premios en todas sus áreas como economista, poeta y cantora. Ha publicado varios libros de poesía
y cds de música. Participa en diversas antologías internacionales en China, España, Sudáfrica, Alemania y Chile.
www.taniatome.com
Traducción por Gladys Mendía.
De Conversaciones con la sombra
26
Lo que te digo, es de mí para mí
Conversación de adentros. ¿Entiendes?
Entiendes que no importa entender el mundo.
La nada es lo que más me agrada,
y busco en la sombra la nada.
Y solo ahí, entonces, me vuelvo a ver en ti.
Ah, se encendió dentro de mí
la propia sombra. Encendida
como el viento que el laberinto desdobla.
¡Ah, que ganas de comer las estrellas!
Mis manos son las que son esta historia.
Mis dígitos son los que son estos pensamíos.
Silencio. Pensamíos urgentes, espesos,
e hirientes como acacias.
Conocimiento largo en el suelo.
Yo quiero esperar el instante que viene.
Y después la burbuja de la palabra crece,
es un baño intenso y perfumado
de una mordedura de locura en la epidermis,
el desespero del mosquito que osa
invadirnos la sangre.
Y después el mosquito me ama de dolor,
y entonces dejamos de existir.
Y solo así existimos en el mundo.
27
¿Y después las palabras en cara de lluvia? ¿Y después lo ceniciento que cubre las casas? ¿Y
después el desprecio entre las manos tan diferentes, pero iguales?
¿Y después una música sangrando la miel que hay en existir?
¿Y después? ¿Y después del después que sigue?
Pues es precisamente eso que existo pretender. Esa flor deslizándose hacia el sueño, y dentro del sueño millares de sueños, en que creo en la forma como respiro. ACHÍSSS, existo y soy. Me soy principalmente para el cambio. Un cambio que no soy solo. Un cambio que soy contigo, con los otros y con nuestro futuro por venir.
Un cambio de comprenderme solo, en la comprensión de los otros.
28
Salir de casa aun exigía de mí un flaqueo.
Era como si el dolor de los siglos volviese y me agonizase.
A veces el curso del tiempo se volvía contra mí.
Yo tenía la libertad pero no sabía sacarle provecho.
Desaprendí más de la cuenta.
Aquella vida material me afectó
y comenzaba a estar cautivo en mi propia libertad.
Y yo no podía exigir más de mí.
Aquella puerta, era una puerta.
Podía abrir y cerrar. Estaba todavía en mí
proceder al movimiento de la intención.