
Marcelo Canavire Castillo (Sucre, Bolivia 1976) Poeta, arquitecto y docente universitario, residente en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Formado en arquitectura en la Universidad Mayor de San Simón, cursó posgrados en Educación Superior y diversas especialidades técnicas. Graduado del Postgrado de Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA). Forma parte del taller de poesía Llamarada Verde con quien publicó su libro “Timbal de piedra” edición Llamarada Verde – Bolivia y El otro Angel – Ecuador y ha realizado lecturas en festivales nacionales e internacionales, encuentros y espacios gestionados por diferentes colectivos poéticos de Bolivia.
Lapacho en flor
La mano de mi madre
suave
débil
me conduce
lentamente
bajo un lapacho blanco
y acaricia la arena
con sus pies desnudos.
Esperamos un bus
adornado como fiesta andina
ella me habla
con los dedos
presionándome el brazo
despidiéndose
con algarabía
en un trinar
sus pulmones
se llenan de aire
de albahaca
como nunca
en muchos años
y sonríe
silba
hay asientos libres
otros ocupados
por guitarras
cántaros y ajipas
abuelos de sombrero
tíos con bigote.
Sus dolores pesados
quedaron en la arena
por un instante
solamente
su alegría intensa
desbordó el lapacho
en mil pétalos blancos
y la estela de viento del bus
sin prisa
desdibujó su huella
y dispersó los pétalos.
El bus volverá
en tibia sombra
lo esperaré
se marcará la arena
de otra huella
se llenará el lapacho
de otro trino
antes de abordar.
En casa de los abuelos
Desordenado jardín
de latas oxidadas
austero con el rocío
ingrato con los colores
sediento
de pocas palabras
bostezas ante el sol
vuelves a dormir
cobijas misterios
enfrías sombras
nunca sonríes
pero obedeces
y creces a tu tiempo
te apagas
tiembla la mano
que te poda
te abres verde
a sus débiles suspiros
casi nada.
Viajar en diciembre
Todavía no amanece
todos murmullan
y se mueven
entran y salen
con maletas de cuero
palas, lonas y bidones
amarrados con yute
tiemblo de frio
miro por la ventana
empañada
congelada
distorsionada
canastas con pan
quesillo, charque y mote
envueltas en tela blanca
todavía hay murmullos
aunque nadie duerme
cada palabra
una estela de vapor
que no comprendo
el asiento de cuero
todavía frio
mi mamá se persigna
ora entre dientes
la miro aterrado
sé que vienen por mi
los truenos
los ríos que rompen piedras
montañas oscuras
los precipicios
neblina intensa
niños en medio de la nada
con los pómulos en sangre
pampas de Lequezana
Khuchu Ingenio
quebrada de Chaupiuno
bajar la cuesta de Sama
todo frío
todo oscuro
todo lodo
30 horas de silencio
que todavía temo soñar
y temo más
el viaje de retorno.