
Julia Piera (Madrid, 1970) ha publicado Al vértice de la arena (2003; traducido al árabe por el poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun y publicado en la editorial Don Quixote, Damasco, 2011); Igual que esos pájaros disecados (Hojas de Zenobia, 2004); Conversaciones con Mary Shelley (Icaria, 2006), Puerto Rico Digital (Bartleby 2009; Premio Villa de Madrid 2010 y finalista del Premio de la Crítica y del Premio Nacional de Literatura), B de Boston (Papeles de Trasmoz, 2019) y Grinda y Mórdomo (Abada, 2020). Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías, entre ellas la del premio Pulitzer Forrest Gander Panic cure. Poetry from Spain for the 21th Century (2013) y la antología europea Grand tour: Reisen durch die junge Lyrik Europas. Ed. Jan Wagner y Federico Italiano (2019). Ha sido directora del Instituto Cervantes de Dublín y en la actualidad dirige el programa de Colby College en España.
DE CONVERSACIONES CON MARY SHELLEY (Icaria, 2006)
Ya no hay padres,
se han ido a la guerra;
se han ido a la guerra, los padres
y las madres sustituidas
por amantes hexágono,
no obreras
no nodrizas
no reinas.
Te escribo una partitura a ocho manos:
dedos que recorren la colmena de cristal.
*
Se extinguen los padres.
La tierra en guerra preventiva.
Ya no hay megas
para nadie, ni para ti, que elaboras
la transformación
física
por órganos
por prótesis,
no hay gigantismo
*
La tierra vive.
Alucinada ante la cosecha de embriones,
seres humanos diminutos,
híbridos tamaño de la bacteria
monstruos como virus
con denominación de origen
Hay patentes de vida.
Sin miembros
somos seres pictograma.
Comunicación por sonares
feromonas
redes
diálogos transcritos
en matrices. Encriptados.
Ante la fluidez, interferencias;
ante el fanatismo, un despliegue de antenas;
ante las categorías, matrias permeables.
De PUERTO RICO DIGITAL (Bartleby, 2009)
LA PERLA
Antes de que las olas sinteticen la historia prefiero agradecer
el instante trans-expresionista frente a una litografía y dos
objetos.
Ahora siguen en el museo de Miramar. Mujeres tropicales
aumentadas en héroes de cómic, de gigante negritud, ca-
deras naranjas anchas como para taladrar el suelo, tela en
relieve, dos fragmentos segregados y unidos por el abrazo
eléctrico de pelo azul. ¿Encima de qué sexo, esa “S”, ser-
piente, ansia, dispersa? Los muslos abiertos cuelgan en
exposición para que los ojos fijen un “yo”/ “I” que no
reconozco.
El palimpsesto comienza en esta diminuta perla en un
cofre de cristal. Tú, aislada como el ceceo en el continente,
sin rosa de los vientos, contenida en un jardín andaluz y
ahora expuesta atlántica, amplías el marco dúctil más allá
de la costa, la ceiba, el flamboyán. Y mientras ellas fotogra-
fían tus manos, tú vuelves a AQUEL AMOR QUE TODAVÍA
PASEA.
Fue en París. El mismo año que Rayuela. Vivías en una
buhardilla au-pair con un baño compartido al fondo del
pasillo común. La ausencia de fe cruzó la frontera donde
el estudiante al que educabas comparaba su pluma con la
tuya. Desclasada por la materia, de repente, los puentes se
hacían catedrales y la masa una posibilidad.
Mayo del sesenta y dos. Hablas de sus camisas negras, de
los paseos con él. Él también salió de la isla para encontrar
la masa, dices, otra vida en los pinceles. Roberto Alberty
mezclaba el rojo y el negro sobre fragmentos de periódico,
RECREABA LOS PUENTES
También JRJ trató del comercio de nubes. Allí encontraron
piezas de poema en prosa, en la isla de la simpatía, sentadas
en el banco de la plaza de Río Piedras, con el cuello doblado
hacia atrás y la vista puesta en el trasiego celeste.
Cegaba la dimensión de esas transacciones blancas, el im-
parable negocio del cielo con unas nubes tan densas. ¿Las
viste, JRJ, alguna vez en la isla?
Había un niño con muletas y el pie gangrenado que vendía
M&Ms y un chico comido por la heroína que se acercó a
pedirnos pesetas. Le ofreciste la voluntad en forma de
metal. Y él te dio a cambio un MANOJO DE ALGODÓN.
De GRINDA Y MÓRDOMO (Abada, 2020)
ANOCHECE Y SE DETIENE EL
HORIZONTE. Las algas regresan al
fondo del mar, desaparecen las rocas
al vuelo y se inaugura el baile, silencioso,
de los cactus. Entra, dices, y abres los labios.
Palabras que colectas del día. Voces fértiles,
susurros. Fuego para sujetar la oscuridad.
Llamas extensas como océanos. La noche
es la sombra del sol, dilatada. Ven y bebe
de la fuente de Khidar, estos son tus ojos.
*
TUS LABIOS EN LOS OJOS. Los peces,
Los caracoles, las algas. El cementerio de
algas. Tus manos que saludan la forma de
las rocas, que hierven crustáceos y que
hablan. Hablan de recolectar la sal del
océano para plantar las algas mañana.
Que floten, de nuevo, al agua. No temen
tus manos, huecas de cazar saltamontes,
la huida de la razón. ¿Debo correr?¿Debo
escapar? Tú respondes: sí, los dos.
*
TE ADENTRAS EN EL MAR;
PERSIGUES LA CARAVANA DE
ANIMALES. Jirafas, toros y un becerro.
Es un becerro plateado. Yo me encaramo
en la torre de adobe con inscripciones
jeroglíficas, que se mantiene allí, en el
mar. Busco el rastro de la razón.
*
VUELVES, AMOR ERGONÓMICO.
Escalas los jeroglíficos y me enseñas tus pies
transparentes donde nadan, minúsculos,
todos los peces de colores. ¿Viste alguna vez
un pez que estuviera satisfecho en este mar?
Te quitas la cabeza y le das la vuelta al
cuerpo para volcarlo. Quieres que caigan,
uno tras otro, los peces.
*
HA REGRESADO LA SUERTE. Salomón
conoce el discurso de los pájaros. Su
lenguaje es de viento, y distrae el corazón.
Ya no puedo existir sin tu corazón. Tu
aliento es mi voz. Mi forma no es tu forma
ni tu cuerpo es mi cuerpo. Tu cuerpo soy
yo.
AUMENTA EL ATARDECER
Y EMERGE LA CORDURA
En un plano de desechos.
Vuelven las manzanas de oro
a formar nuestras camas
junto a las mareas,
se borran los cielos de alquitrán
y el olor a moluscos cadáver.
Hay alas limpias.
Calmas.
Distancia expón
para esculpir uñas nacaradas
donde no había dedos. Dame
tu despacio,
ofrécete un rumor o ruido claro,
labios, “olas al envés”.
Procúrate arterias
resinas afluentes caudal,
crespones expón de hueso
sobre llaves abrazos margen,
reinventa marfil
preferidos nudos músculos blancos,
sien.
Mas dame un alma,
caída de imperfección suficiente,
rotación de luces,
un alma no animal,
azalea, corona, almendra, maíz.
Y TE FIGURAS
perfil sin definición apareces roce
bruma y contorno,
roce racimo, acanto,
más tú que nunca tú
surgen razón y contenido.
Y te figuras,
no hay lágrima u onda que abarque
ni imagen frente hábil
ni llanto espectro
para acoger silueta tan breve
silueta acaso tú
Si te toco
te asumo asombro en dos manos
y te presentas
“palma en mi palma”-dices-
permanece al fin
línea vida
erguida como un suspiro
codo al agua,
Amor.
Y te figuras
palmas, yemas de miel