VALENTHINA FUENTES (Caracas, Venezuela 1985). Licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela. Es investigadora en el área de las artes visuales y la literatura, como parte de los estudios intermediales. Ha sido ponente en diferentes simposios y encuentros de literatura venezolana y latinoamericana. Y dictado talleres iniciales de literatura y poesía. Su trabajo de pregrado obtuvo el Premio a la Investigación otorgado por la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela (2009). Obtuvo el Primer Lugar de la mención poesía del X Festival Literario Ucevista (2008). Ganadora del XIX edición del Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo con el poemario titulado Sumergida (2012), publicado ese mismo año por la Fundación Celarg. Ganadora de la Mención Poesía del Premio I Bienal Eugenio Montejo (2017) con la obra Kerosén, publicada por La Poeteca en 2018. Fue escritora invitada al XX Encuentro de Escritores Venezolanos del Máster en Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, España (2014). Cursó la Maestría en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar, donde fue asistente editorial de la Revista Mundo Nuevo.
Selección de Sumergida por Gladys Mendía
Pues no teníamos casa
tanteábamos una morada en la brisa
aún tanteamos
aún las paredes son de viento y luz
intentamos recordar sus relieves
intentamos, entre las voces sueltas, recordar
dónde guardamos las llaves, el temor y la calma
lo inasible
una grafía perdiéndose
una casa en el aire
un nombre
como si aquellos gestos nos salvaran
Sumergida
bajo la sombra de los párpados
tantear la transparencia
la figura
la estela disipada enderezando
en el brocal del sueño
sus murallas de imágenes disueltas
Nebulosos escombros sujetados
al umbral del misterio aún palpable residuos de memoria que endurecen
Asir el aire, el sueño,
como un soporte arrugado que apresara
la tensa ondulación del silencio
agitando sus alas temblorosas
Lo incierto teje lentamente
su velo cubre todos los cuerpos
Aún naufraga el otro despertar
la inercia en la caída
siempre por acontecer
Cada latido va ahuecando mi hondura
oscila mi cuerpo
y su fantasma
discontinuo vacío
un sordo rumor haciendo eco una espera
con los ojos vertidos en lo oscuro hacia adentro
Arde un animal mi boca
jadea húmeda
abre su herida
raja en el aire
calzar el cuerpo y lo invisible
desgarrar
Arde un animal mi boca
con la luz enramándose
en los linderos deshechos de los nombres
esplendor de una ráfaga
Hay un bramido oscuro en mi pecho
un áspero silencio que no cesa
arde un animal mi boca
mi garganta
A fuerza de conocer mi rostro
destajaba sus pieles
envolturas
caían
sus frágiles pedazos de memoria
la sed de canto
desgranado
perdido canto
en lengua no transcrita
registraba un dolor hincado, silencioso
quebraba mis facciones persiguiendo esa voz
separaba los rasgos del viento, de la risa
troceaba lo invisible
hasta que el aire soltara sus cascos
y trenzara sus frutos a mi boca
Sumergida
se quebró el pacto con el agua
el de los límites
el que decía que yo era yo
y el agua, el agua
el que decía que ella me contenía
y que yo flotaba
estrecha
entre sus pliegos
Ahora
el agua son mis ojos
mis manos deshechas rozando los cuerpos de los peces
las escamas ligeras
los hilos de sus labios
me duelen
sus aletas rasgando mi pecho
me reparo
Voy
en el sabor del frío
en humedad de tierra
sigo
penetrando en el moho
intenso
la infinitud del barro
extenso
el de la muerte
la caída
sometida al mar
la mansedumbre de las hojas secas
el abandono al rapto de las voces
la ley de los párpados cuando arrebata el sueño
Me convierto
erigida en la ola para desintegrarme
intentando la forma
intentando la forma
a mí me tocó desvanecerme cuando algo se
interpuso, frágil
a mí me tocó castrar las horas para olvidar
me tocó enmudecer entre los remolinos de los
gritos
y morir en el vientre desierto de la arena
me expongo honda
sepultada en la sed