Menu

Tres poemas de Luis Gerardo Mármol-Bosch

Luis Gerardo Mármol B. Poeta venezolano. PhD en Matemáticas por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Es profesor de pregrado y postgrado en el Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar (USB), del cual ha sido jefe, y así mismo fue miembro del Consejo Editorial de Equinoccio, casa editora de esta universidad.

Gladys Mendía 8 meses ago 97
Compartir:

Luis Gerardo Mármol B. Poeta venezolano. PhD en Matemáticas por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Es profesor de pregrado y postgrado en el Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar (USB), del cual ha sido jefe, y así mismo fue miembro del Consejo Editorial de Equinoccio, casa editora de esta universidad. Dentro del área de las matemáticas, su obra, de reconocimiento internacional, aparece en publicaciones científicas especializadas en Italia, Suiza, Eslovaquia, Turquía, Egipto y Colombia. Ha sido árbitro de diversas revistas dentro de su especialidad. Además de esto, colabora para Mathematical Reviews y MathScinet, división de la American Mathematical Society. En poesía ha publicado Sueño de un día (Editorial Eclepsidra, 1997), Purgatorio (Editorial Eclepsidra, 2012), Entusiasmos(Editorial Kalathos, 2016). Tercer Libro de los Entusiasmos fue publicado en el primer semestre del 2021, bajo el sello Oscar Todtmann Editores. En la colección de poesía Voz Aislada de El Taller Blanco Editores apareció, a fines del año 2021 su Cuarto Libro de los Entusiasmos. El árbol del confín fue publicado en 2022 por LP5 Editora. Textos suyos han sido incluidos en Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI, El turno y la transición (compilación de Julio Ortega, Siglo XXI Editores, México, 1997), en El salmo fugitivo: antología de la poesía religiosa latinoamericana (Leopoldo Cervantes-Ortiz, editor; Editorial Clie, México, 2009) y en Tramas cruzadas, destinos comunes (Común Presencia Editores, Bogotá, 2014), así como en algunas revistas impresas y en medios electrónicos dentro y fuera de su país. Es director asociado de Editorial Eclepsidra.

¡Bienvenida, oh reposo de mi alma!

Aquí estás, y no creo lo que veo.

Por el amor de Dios, más que por mí,

bebe hasta que no sepas ya quién eres.

Omar Khayyam

Nos han dicho, para nuestro estupor,

que la novia es el fuego

y el agua del abismo es el niño.

Temible, inatrapable es el fuego,

y por estas dos cosas creemos que nos maldice.

Pero la rosa dentro de la rosa,

el corazón de Dédalo, nuestro centro,

¿quién lo conoce como él?

Dilo tú, la que reúnes nuestro cuerpo disperso.

¿Son éstas cosas sabidas?

¿Y qué niño es aquél?

Niños hay a quienes presta sus ojos un Padre Seráfico,

niebla y agua de alfoces.

A cualquier hora sobreviene el éxtasis,

pero tú, ¿a qué hora prefieres venir?

No saber ya quiénes somos: la grieta de la frente está abierta

por donde tú, para siempre, has entrado.

¿No saber ya quiénes somos?

Te lo preguntas tanto como yo.

No debiéramos preguntar, mas ¿cómo evitarlo?

Dicen también que ambos ojos

son la empuñadura del astro polar,

pero ha de ser porque entonces, sin quererlo, se escuchan

                                                                                 [los latidos,

y hay que saber que el corazón no crece más,

porque no lo necesita.

¿No gira el cielo en torno suyo?

Nada como la escucha.

¿Cómo se gesta el fruto santo?

Azzufáyzafa lo llaman, yo le digo ciruela.

El rojo espino del confín,

el loto cubierto por la tropa que lo cubre,

crece en páramos de ámbar.

¿Qué cielos dentro del Cielo colman estos desiertos?

Todo se ayunta en el vino color ciruela,

como tus pezones.

Vuelas ya, río de vino, tángara, pico de plata angustiado;

río de vino, alta ciencia:

tú y el Mensajero me dicen

que más allá del espino de llama púrpura

debo andar solo.

Si el fuego es dulce y el agua furiosa, pero pulcra, todo está

                                                                                   [en orden,

dice la ciruela.

 DÍSTICOS ESPIRITUALES

I

Speculum

Mis cenizas se mezclan con el barro del alfarero. Y yo soy el alfarero.

Nada hay mayor que un grano de mostaza.

II

Tannhäuser

-¿Venus o Elisabeth?

-¡Tenlas a las dos!

III

Mira el fuego y el agua. ¿Cómo dices que no podrás sobreponerte?

Lo contrario de morir no es vivir, sino nacer.

IV

-Tu sombra es del tamaño de tu luz, ¿qué puede hacerse?

-¿Sabes qué son las Estrellas Fijas?

LA PEQUEÑA LLAGA

El más elevado de los espíritus no mora en otro Cielo que

                                                                                [el primero,

el Cielo de la luna:

así dijo el poeta en el Edén.

Algunos dicen que cuando nos enamoramos como nos

                                                    [enamoramos la primera vez,

lo hacemos porque sentimos la nostalgia del Cielo.

Algo de la llaga mayor conocemos,

y la memoria nos asegura que la llaga pequeña, la de las

                                                                   [canciones de amor,

es de un modo indudable y certero

como la otra.

¿Cuánto de aquellos ensueños nace de nuestros ojos?

El ala del Mensajero cubrió el Cielo de la luna

para que no pueda verse

cómo la luna concentra las diez mil aguas.

Toda llaga es rebelión, pero, ¿quién es modelo de toda llaga?

A cualquier hora sobreviene: ¿cómo olvidarlo?

¿Qué clase de hombres cree

que la bóveda celeste es de bronce?

La tierra tiembla de éxtasis cuando nos movemos hacia su

                                                                                     [interior,

Pero una llaga, la pequeña, nos sorprende fuera de ella,

y ya, como la vida perdurable, somos suyos.

No hay sol roto que no pueda juntarse,

pero, ¿cuándo y cómo?

Venus, que suspiraba siempre por la sílaba primera,

y por una esmeralda

que será el vaso de la Sangre Real,

parece contentarse con la llaga pequeña.

Las sirenas del submundo y su canto,

¿no son acaso la primera nostalgia?

Lagos y ríos hay bajo tierra,

y verdaderos amaneceres.

Al fuerte, al elocuente,

al que hace tiempo lavó sus túnicas

y las blanqueó con la Sangre Real,

una pequeña llaga casi lo destruye,

pero entonces atisba el misterio mayor.

¿De veras parece algo simple, algo trivial?

Como en lo hondo del vino está el agua,

así nos cernimos, hacia arriba y hacia abajo,

por siempre abatidos.

Y así dice el hombre de la luz purpúrea

que somos distintos y no obstante iguales

y nadie nos puede escrutar.