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CONVERSACIÓN CON DANIEL ARELLA

DANIEL ARELLA (Caracas, Venezuela 1988). Es licenciado en Letras mención Lengua y literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Magister en filosofía por la misma casa de

Gladys Mendía 4 años ago 73
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DANIEL ARELLA (Caracas, Venezuela 1988). Es licenciado en Letras mención Lengua y literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Magister en filosofía por la misma casa de estudios. Ha publicado el poemario Al fondo de la transparencia (2009); El loco de Ejido (2013); El andrógino ebrio en el Haitón (2017). También es autor de varias antologías críticas literarias, entre ellas, Los relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana (2015, 2019). Ha sido merecedor en dos oportunidades (2009 y 2016) del Primer lugar del Premio DAES de literatura en la mención cuento (Universidad de Los Andes). Obtuvo una mención honorífica en el Concurso Venezolano de literatura fantástica y ciencia ficción, 2017. En el 2015 recibió el XIX Premio Iberoamericano de Poesía por Concurso “Ciro Mendía” (Casa Municipal de la Cultura del Municipio de Caldas Departamento de Antioquia, Colombia) con su poemario Anatomía del grito. Igualmente, su poema “Plegaria de las metamorfosis” fue seleccionado en el III Premio de Poesía Joven “Rafael Cadenas” 2018. Poemas, cuentos y ensayos suyos han sido publicados en varias páginas webs y revistas digitales nacionales como internacionales. Pertenece al equipo editor de la Revista de Poesía del Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo, Venezuela.

Por Gladys Mendía
diciembre, 2019

GM Daniel, eres un escritor y crítico literario prolífico. Háblanos de tu trabajo como investigador. ¿Cuáles son tus líneas de trabajo? ¿Hacia dónde se dirige tu interés y por qué?

DA Mis líneas de trabajo tienden a ser peligrosamente variadas, pero que se armonizan en algún punto de encuentro que solicito para comunicarme a la verdad, y en última causa, a la vida. Mi ensayística es muy vital, está unida a lo que experimento y descubro, como psiconáuta, término empleado por Ernst Jünger. Por ejemplo, ahora acabo de terminar mi tesis de la Maestría de Filosofía de la ULA que versó sobre el poeta alemán, Friedrich Hölderlin, en su sentido de comprender la captación del espíritu poético y su capacidad de receptividad de lo sagrado desde lo que él denomina lo armónico contrapuesto. Dediqué un tiempo agónico en este país de apagones, a estudiar el Keraunós, el rayo del pensador presocrático Heráclito, para comprender la fulminación en la poesía en general. Esta investigación resultó reveladora para comprenderme como poeta. Con el estudio filosófico que dediqué al espíritu poético,  abarco la posibilidad de comprender a un abanico de poetas que considero fundamentales para el pensamiento filosófico, como son el poeta griego Píndaro, el rumano Lucian Blaga, Arthur Rimbaud, Alfredo Silva Estrada, Leopoldo María Panero, Saint Jhon Perse, Antonio Porquia, Rosamel del Valle, César Vallejo, César Dávila Andrade, René Char, Ezra Pound, Dylan Thomas, Pierre Reverdy, Pepe Barroeta y Stéphane Mallarmé. Entre otras líneas de investigación que siempre han estado presentes, se encuentran la ciencia ficción latinoamericana, la ficción paranoica, el misticismo, la filosofía, la simbología sagrada, la poesía venezolana, el mesianismo político, las relaciones entre el budismo tibetano dzogchen y la poesía, la antipsiquiatría y, por supuesto, el pornoerotismo artístico.  Hace poco terminé un largo ensayo crítico sobre la historia de la ciencia ficción venezolana de la década de 1970 hasta la actualidad, que será publicada en una editorial española, próximamente.

GM Realizaste una antología sobre cuentos de ficción latinoamericanos. ¿Cómo fue ese proceso?

DA Fue un proceso lento y arduo, si supieras, la presenté como tesis, en un principio, en la carrera de Literatura Hispanoamericana y venezolana, en la ULA. Todo inició con el descubrimiento de un continente insospechado del cultivo precoz de la ciencia ficción en el continente, incluso, antes que se emitiera por completo un juicio universal sobre el género desde países extranjeros. La antología fue publicada en físico apenas este año, hace pocos meses, pero ya había sido editada en forma digital, en el 2015. En el prólogo crítico que presenta a la antología expongo mi pensamiento sobre el asunto, analizando los cuentos compilados de autores como  Pablo Palacio, Horacio Quiroga, Julio Garmendia, Eduardo Ladislao Holmberg, Rubén Darío, Amado Nervo, Alejandro Jodorowsky, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, entre otros.  

GM Eres narrador, ¿cuáles son tus arquetipos favoritos a la hora de narrar una historia?

DA Empecé escribiendo cuentos porno-eróticos desde hace más de 10 años, y aún lo sigo haciendo, ahora estoy terminando mi primer libro de cuentos que considero de pornoerotismo paranormal. El primer cuento que escribí ganó el premio DAES de cuento, en la ULA, por allá en el 2009. Uno ha escrito, secretamente, desde hace tiempo, sólo, creo, me ha faltado buscarle salida editorial a mis perversiones, soy terrible para auto publicitarme. Recuerdo que lo escribí justamente para el premio, en un rapto de una noche, trata del encuentro alucinante de una pareja en un teatro negro súbitamente  despoblado. Me interesa comprobar con la escritura narrativa las consecuencias transgresoras que posee la pasión erótica en ciertos seres frágiles y sensibles, cómo puede la unión sexual y sus preludios abrir territorios insospechados de la psiquis, ya hacia la videncia y la adquisición de poderes sobre el sueño y la vigilia, o hacia la locura y la desestabilización de la realidad social. Susan Sontag decía que la pornografía es la válvula de escape de la hipocresía de las sociedades. En el s. XVII se caricaturizaba a los reyes desnudos teniendo sexo con la plebe para degradar a la monarquía. En mi caso, siempre fue una manera de explorar con el ojo del lenguaje, como diría Wallace Stevens, esa fuerza de encontrar la agónica resolución de los cuerpos, los puentes inalámbricos que el erotismo inaugura.

GM Háblanos de tu búsqueda sobre lo erótico en el lenguaje poético.

DA No sé por qué, pero a mí el lenguaje se me vuelve una orgía. He encontrado en lo vibrátil deslumbrante del lenguaje el cauce de mi lujuria, mi hambre y tormento por la vida, mi incomprensión. Todas las decepciones, cumbres de dolor, han sido medidas por el instrumento afilado de esa aguja casi pequeña como un átomo, pero sonoro como un mantra, que penetra en todos lados, astilla, derrumba, desvanece los límites. He deformado ese muro de lágrimas hasta hacerlo mi máscara. Veo el lenguaje como la piel de la Diosa, a través de ella, como una anatomía del grito – logro acceder a esos fonemas luciérnagos, que para mí son toda la verdad, precaria, que podemos balbucear aquí nacidos, esas victorias virtuosas del amor- . Pero en mi caso hablo de un erotismo demoledor, una imaginación pornoerótica mártir, el lenguaje como el estigma del místico, su llaga esplendente como mueca humana del silencio, de la imposibilidad del lenguaje a alcanzar,  en medio de la exigencia de nuestra evolución formal de la poesía actual, tu propio daimon, que en este momento se lo está jugando todo. En la poesía queremos cobrar venganza por nuestras muertes, sean psíquicas,  políticas, culturales, eróticas. Esta última muerte es olímpica y sólo podemos soportarla con un lenguaje en ruinas. Si como dijo Hölderlin, “Sólo amamos cuando somos buenos”, sino escribimos tal vez el mal penetre más sordamente en nosotros, y luego nos de miedo reconocernos. Estas muertes secretas fueron aquello que yo quise descubrir en mi tesis de filosofía con las fulminaciones –sean eróticas o místicas, que en Santa Teresita encuentran una prodigiosa unión afortunada en su propio lenguaje- , y creo que lo he descubierto, más allá de cualquier explicación cultural, teológica o filosófica, la voluptuosidad de la belleza que en nosotros nos desgarra lo sublime, transgrediendo cualquier doctrina, desgarrando cualquier unidad, debe ser nombrada, aunque parezca imposible. La literatura, como dijo Roberto Calasso, es el espacio de lo imposible.   

GM ¿Qué significa para ti ser un poeta venezolano, tomando en cuenta toda nuestra maravillosa tradición poética?

DA Me siento un poeta venezolano de la raíz al relámpago, pero todavía no sé en dónde ubicarme, Adrián Arias Pommonty me ha dicho que formo parte de un neobarroso precoz, que es parte también, en sus distintas maneras, Jesús Montoya y Jairo Rojas Rojas, poesía que me ha conmovido, así como la de Luis Moreno Villamediana, Víctor Manuel Pinto, César Panza, Natasha Tiniacos, Robert Rincón, Karelyn Buenaño, Antonio Rojas Guardia, Julieta Arella, Pamela Rahn, Luis Enrique Belmonte, Diego Sequera, Daniel Oliveros, Leonardo Alenzones Lau, Liwin Acosta, Cristina Gutiérrez,  Pedro Varguillas, Adalber Salas, Alberto Paredes, César Torres, Eliza Rincón, Winifer Ravelo, Freddy Yance, Milagro Melian, Diana Moncada,  Rogelio Aguirre, Santiago Rothe y Lucía Rothe. La poesía venezolana es una de mis pasiones más cercanas, más dolidas y secretas, me considero un adicto por la poesía venezolana menos conocida: Andrés Boulton, Mariela Álvarez, Hesnor Rivera, Marco Antonio Ettedgui, Stephen Marsh Planchart, Teófilo Tortolero, Gelindo Casasola, José Lira Sosa, Miguel James, Reynaldo Pérez Só, Pepe Barroeta, Víctor Salazar, Dionisio Aymará, Carlos Danez, César David Rincón, Marcos Ramírez Murzi.  Por mi parte, siempre he estado algo al margen por cierta visión propia del asunto, una militancia de la pureza, digamos, un automarginamiento que ahora considero infructuoso, pero que me ha dejado bellos poemas blindados. He tratado, últimamente, de estar más cerca de las antologías, las revistas y los eventos, por la presión de amigos poetas que me han leído de cerca, aunque todavía, lo acepto, me cuesta, considero el oficio poético como lo más sagrado que podemos ofrecer en esta vida y lo defiendo de las necedades y artificios del medio que hostigan y ensombrecen la poesía al querer promocionarla, o tal vez sea una exigencia insaciable de mi parte por la verdadera poesía.  Confieso que el poeta Alfredo Silva Estrada fue el primero que leí con honda atención, esos pliegues traslúcidos del cuerpo del lenguaje me devoraban.  El descubrimiento de la obra de Rafael José Muñoz, El círculo de los tres soles, fue un disparo directo al pecho. Así como la poesía de Emira Rodríguez, Malencuentro pero tenía otros nombres, me acercó al blanco de una poesía libertada, que por mi parte, iba descubriendo en mis apuntes tempranos. Así como los ensayos sobre poesía de Hanni Ossott, auténticas joyas.  Cuando gané el premio Iberoamericano de Poesía Ciro Mendía, en el 2015, con mi libro, aún inédito, Anatomía del grito, que considero realmente  mi primer libro, a pesar de mis publicaciones anteriores, logré encontrar mi voz propia, mi contorsionismo ideal, mi callejonero chamanismo indicado que había perseguido con mucho sacrificio en mi vida salvaje. Ahora acabo de terminar otro poemario de largo aliento que siempre releo para sanarlo.

GM Ser escritor y crítico, en estos tiempos difíciles en Venezuela. ¿Cómo ha sido para ti? Desde lo cotidiano hasta lo más complejo.

DA Ha sido una tarea de vida o muerte. Primero, porque escribo para vivir, soy escritor fantasma en la web, y he escrito, casi como un personaje de Hamurakami, desde horóscopos hasta crítica de música, de cine, como también los trabajos a los que me he dedicado firmando Daniel Arella, como son los ensayos,  las reseñas críticas, los poemas y los relatos. A pesar de la crisis económica y el anonimato, he logrado trabajar para lo que nací, que es la escritura, oficio que ejerzo desde muy temprano, gracias a mi querida madre, quien me leía desde pequeño y cuya gran biblioteca me abrió el mundo, como también a mi padre, cuyos regalos incontrolables como la  revista de esoterismo y parapsicología Año cero, cuando apenas tenía escasos 8 años me reventó para siempre mi inocencia abriendo una imaginación ya de por sí exacerbada, gracias a las noticias del chupacabras, los celtas, los templarios, la vida secreta de Jesús, el misterio de la Atlántida, las Sacerdotisas, los OVNIS, las sectas secretas y las iniciaciones y rituales de civilizaciones remotas.  También debo agradecer a mi compañera eterna, Cil Santafé, cuyo apoyo invaluable me permitió escribir en las circunstancias más desfavorables de mi vida.

GM Desde la imaginería poética, ¿Qué deseas para Venezuela?

DA A Venezuela, que es un tema que tengo reservado por el dolor complejo que me causa, le deseo la benevolencia para que despierte la unión, la confianza de sabernos juntos, hermanados, todos y cada uno de nosotros. La escisión interna con el otro es la mayor enfermedad que nos hemos hecho. Sólo el otro nos puede salvar, en esta vida se está jugando algo mucho más sagrado que una opinión política, se está jugando la vida de los seres.   

GM ¿Qué papel juega la música en tu vida?

DA Un papel decisivo.  Soy adicto a la música, desde muy chamo; en el liceo escuchaba metal, pero más doom metal, como The Gathering y Anathema, que fueron bandas que heredaron en su propio sonido oscuro a Pink Floyd posteriormente, como también Nirvana, y el grunge de la escena de Seatle. Como siempre estoy trabajando escribiendo, sentado, lo que hago es escuchar música por coñazo. Me dedico a conocer todo lo que puedo.  Repaso la historia del jazz, la música clásica, el rap underground español, el post punk, la música electrónica, la cumbia me encanta y la salsa brava, haciendo antologías propias secretas y súbitas, volviendo a Joy Division, a Bach, a Brahms, Stan Getz, a Miles Davis, a Simón Díaz, Charley García, Luis Alberto Spinetta,  Héctor Lavoe, Chet Baker, Marc Copland y lo que se me atraviese, depende del tedio o la bestialidad del momento.    

GM Vives en Mérida, Venezuela. Tus mejores amigos y amigas se han ido. Tu hermana se ha ido. ¿Deseas irte? ¿Por qué no te has ido aún?

DA La idea de viajar a otro país, de irse definitivamente es un asunto que está presente en cada uno de nosotros, aunque resulta angustioso hacernos cargo en todo momento de ese sentimiento de mudanza, de esa amenaza que roba la paz, ese desgarramiento. A mí me sucede que he vivido mucho tiempo en la ciudad de Mérida. Y sin duda he pensado en irme en muchas ocasiones, tengo a mi hermana y a mi padre en Uruguay, pero lo he postergado tratando de sobrevivir porque tengo a mi familia aquí en Mérida conmigo, mi hija quien es mi maestra y es quien me da las fuerzas para creer en lo único que he venido hacer aquí: escribir. Llega un punto en que te desilusionas de todo y es entonces cuando empiezas simplemente a trabajar, a escribir, porque si no, no puedes salir a ver los rostros en la calle sin sufrir una embestida. 

GM ¿Qué le dirías a lxs poetas venezolanxs que se quedan?

DA Que nunca dejen de escribir, o por lo menos, soñar la obra, acariciarla con el martirio, en los barrancos más terribles. Anotar aquello que si no lo haces es posible que termines por odiarte. Nos las pasamos siendo condescendientes con los otros, mintiéndonos, atravesados,   postergando nuestra obra, pensamos que no es necesario en la época en la que vivimos, pero no existe otra escapatoria que darle forma al aullido, hacer comunicable esta herida, aunque por los momentos nadie nos lea por lo difícil de las publicaciones, y ese es el misterio más bello de la poesía, su intemperie y anonimato en un principio, su juego diabólico con la misericordia. A veces veo mi vida y me sorprendo de haber sobrevivido ante tanta tristeza malparida, pero sé que fue gracias a la poesía, mi nitrato de plata; la poesía purifica el infierno, de tanto excavar hacia dentro te termina pariendo el mismo cielo y brotas traslúcido, pulido por una victoria solitaria, pero que es al fin y al cabo, de todos.   


Puedes leer aquí El loco de Ejido, la plaquette publicada hace seis años por LP5 Editora:

https://lp5editora.blogspot.com/2013/12/version-para-blog-el-loco-de-ejido-de.html