FREDDY YANCE (Maracaibo, Zulia 1996). Poeta. Fue publicado en el primer número de la revista Insilio (2016) con un poema titulado Primer aplauso. Ganador del tercer lugar en el 1er Festival de poesía del Zulia Cuento con vos, Poesía (2016) con el poema Maracaibo en la noche. Ganador del segundo lugar en el 19º Concurso Nacional de Poesía Joven Lydda Franco Farías (2016) con el poemario El mar y la montaña. Fue publicado en la antología de joven poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (2017). Merecedor de una mención por su libro de poesía El viento de la noche en el VI Premio Nacional Universitario de Literatura Alfredo Armas Alfonzo (2017). En (2018) fue publicado en POESÍA, en la revista Arquitrave y en la Revista Muu+. Ha publicado en Poesía para descargar de LP5 el libro Incienso de Jazmín (2019).
Por Gladys Mendía
Octubre, 2019
GM Freddy, has ganado varios premios de poesía en Venezuela, donde vives actualmente. ¿Qué significan los premios para ti siendo tan joven?
FY El asunto de los premios es algo interesante. Por un lado, los siento como una suerte de incentivo, sobre todo en cuanto a tiempo de trabajo con respecto al libro: edición, estructuración. Además, me parece importante y positivo el tema de la publicación, quizás, de alguna forma, el premio signifique eso: ganar el mérito de ser publicado en físico, lo que representa una de nuestras grandes dificultades como escritores en el país. En cualquier caso, no soy un participador de concursos. Envío mi trabajo cuando concuerda con las bases. Ser joven y ganar premios es divertido, es algo que puedes compartir con tu familia y tus amigos y eso está bien. No creo que un premio te consagre o no como escritor, eso es otro asunto. La cuestión del premio generalmente pertenece al azar y al gusto del jurado. Nunca escribo pensando en un concurso. En la mayoría de los casos envío a premios por sugerencias de amigos.
GM ¿Cómo fue el proceso de escritura de Incienso de Jazmín?
FY Incienso de jazmín nació de una serie de poemas donde abordaba mi situación personal, mi posición con respecto al mundo y temas de la infancia desde una perspectiva más simbólica que nostálgica, como una forma de acercamiento a mi realidad individual. Enrique Verástegui al final de Angelus Novus II pregunta “¿Cuál es nuestro lugar en el mundo y cuál la imagen que lo representa?”. Yo intenté responderme esa pregunta. A su vez estos poemas surgieron de un largo poema titulado El Poeta que fue publicado en la revista Poesía de Venezuela, en el cual hallé un decir (signo+práctica) que decidí profundizar textual, vivencialmente. Para mí la poesía es una práctica. El texto es el reflejo de lo practicado, tanto en lo concreto como en lo imaginario. De hecho, existe un poema llamado El Mundo del Poeta, publicado en la Revista Muu+, que linda entre El Poeta e Incienso de jazmín como un puente entre dos estados de consciencia. Para escribir Incienso de jazmín me remití a la forma del guión cinematográfico, necesitaba una plataforma donde las imágenes estuvieran más cerca del movimiento. Además, necesitaba mostrarme cuál era mi respuesta al mundo, a mi posición en el mundo, esto fue un aislamiento, un enamoramiento y también un regreso como la consagración de algo nuevo. Debo decir que luego de este libro mi visión del mundo se volvió más fuerte y yo me volví más responsable con respecto a mi trabajo en poesía. Creo que los libros son algo que hay que vivir profundamente en ambos lados del papel.
GM De los poetas venezolanos, ¿quiénes son tus favoritos y por qué?
FY El primer poeta en interesarme fue José Antonio Ramos Sucre, era deslumbrante. Después Antonia Palacios, por el ritmo de la prosa en Textos del desalojo, por lo vertiginoso y lo difícil. José Barroeta me parece dueño de una lírica tremenda, la pulcritud y la dimensión de sus versos es algo que admiro completamente. De Eugenio Montejo el compás, sobre todo en libros como Trópico absoluto o Terredad, donde exhibe un sonido que yo siento muy personal de la tradición venezolana. Me parece haber hallado ese compás en poetas como Igor Barreto y Armando Rojas Guardia, entre otros; ellos tienen ese ritmo que he vinculado a una manifestación de espíritu e identidad. Ahora que lo pienso, creo que más que poetas en sí, lo que busco o lo que me interesa de la poesía venezolana es ese ritmo. Y finalmente, Emira Rodríguez porque lo tiene todo, lo rompe todo y lo reconstruye todo.
GM Cuéntanos de los videos por YouTube que haces sobre autores venezolanos.
FY La Casa Andrógina es un registro audiovisual de la poesía venezolana. Nace de una idea personal –que más tarde un poema de Hanni Ossot confirmó– de que en Venezuela los poetas escriben con un tono femenino y las poetas con un tono masculino. Mi primera intención al iniciar estos vídeos fue hablar sobre este fenómeno. Por eso el primer vídeo es sobre Miyó Vestrini. Sin embargo, nos envolvió más la primera palabra del nombre: Casa. Después de todo, yo siento que la tradición lírica del país es una casa: la formación de una casa por dentro y por fuera. La casa es el cuerpo. En ese sentido, Milagro Meleán y yo decidimos comenzar a hablar de los poetas venezolanos que nos interesaban, sobre los cuales teníamos una opinión más o menos sólida basada en nuestras lecturas y estudios.
GM De tus pares venezolanos, ¿a quiénes lees?
FY Leo con enorme placer a Jesús Montoya, a Stephani Rodríguez, a Rogelio Aguirre, a Milagro Meleán, a Daniel Arella, a Carlos Katan y a Leonardo Alezones.
GM ¿Qué significa para ti vivir en Venezuela hoy día?
FY No sé qué es vivir en Venezuela, como totalidad es –al igual que sus paisajes– inasible. Yo vivo en una parte de Venezuela, una parte vibrante, demencial y peligrosa. Mi respuesta a tal entorno han sido dos palabras –o posturas espirituales– bondad y aislamiento. Creo que la poesía se me presenta como la creación de un espacio (no físico, sino imaginario) La Casa Andrógina, tiene que ver con esa clase de gestos; Incienso de jazmín, a su modo, también. No se trata de escapar, sino de encontrarse: de hacer posible las cosas.
GM ¿Por qué sigues en el país?
FY Siento que me quedan cosas por hacer aquí.