Menu

CONVERSACIÓN CON DAVID BRUNSON

DAVID BRUNSON Originario de Virginia, es candidato al MFA de Poesía y Traducción de la Universidad de Arkansas. Es beneficiario de una beca de la Fundación Internacional de Sturgis. Vive

Gladys Mendía 4 años ago 49
Compartir:

DAVID BRUNSON Originario de Virginia, es candidato al MFA de Poesía y Traducción de la Universidad de Arkansas. Es beneficiario de una beca de la Fundación Internacional de Sturgis. Vive en Santiago de Chile, donde está compilando y traduciendo una antología de poetas venezolanos residentes en Chile. Se desempeña como editor de Poesía en Traducción para la revista The Arkansas International. Sus traducciones de poemas del idioma español han aparecido en The Nashville Review. También es jefe de cocina para el taller de verano de “The Open Mouth Reading Series”, una organización sin fines de lucro dedicada a promover lecturas de poesía, talleres de escritura y diversidad. 

Por Gladys Mendía
diciembre 2019

GM David, eres un joven poeta y traductor estadounidense. Cuéntanos de la tradición literaria de tu país. ¿Qué autor/a te gusta más?

DB Actualmente creo que estamos en un momento especial de la literatura en los EEUU. Tenemos un boom de programas de postgrado de escritura creativa con becas completas, donde estudiantes postgraduados enseñan clases a estudiantes universitarios a cambio de una educación gratuita y una beca para vivir. Este boom está permitiéndole a los estudiantes de orígenes más diversos la oportunidad de estudiar literatura y escribir desde nuevos puntos de vistas. De repente tenemos más literatura con más voces publicadas. Adicionalmente hay más revistas con interés en traducción y literatura mundial. No solo tenemos acceso a más literatura diversa estadounidense, también tenemos acceso a más literatura en múltiples idiomas y culturas disponibles en inglés por primera vez.

Es casi imposible elegir solo un autor favorito, pero unos pocos preferidos estadounidenses son Charles Wright, Tyree Daye, Lyrae Van Clief Stefanon, Frank Stanford, Robert Frost, y Emily Dickinson. Y, por último, ninguna lista está completa sin poetas internacionales como Wisława Szymborska, Alejandra Pizarnik, y Tomas Tranströmer.

GM En tu trabajo como traductor, podrías compartirnos ¿cómo es tu proceso? Y, ¿qué sientes al traducir poesía?

DB: Cuando estoy escribiendo mis propios poemas, mi proceso es más fluido y libre, y frecuentemente cambia dependiendo de la naturaleza del poema. Sin embargo, mi proceso como traductor siempre es el mismo. Primero yo leo el poema por placer y al mismo tiempo escribo notas de cualquier palabra o frase que no conozco. Leer por placer es importante porque mi trabajo como traductor es para recrear o replicar la experiencia original de leer en español, pero para lectores de inglés. Después yo hago una traducción muy literal, se llama un trot. Básicamente a este borrador le faltan las características de un poema real. Más o menos el trot es para transponer la gramática y las ideas del poema original al inglés, pues frecuentemente hay múltiples sinónimos en inglés por palabras en español; yo pongo tres o cuatro palabras potenciales entre barras. Después yo uso el trot para construir un poema nuevo en inglés.

Esta parte es la más creativa del proceso, lo cual es más como escribir mis propios poemas. Durante esta fase siempre estoy pensando en las calidades sonoras del original. Pienso en equivalencias o paralelos en inglés porque es imposible para recrearlos literalmente. En este paso del proceso siempre hay rompecabezas para resolver, ya sean juegos con palabras, sonidos, modismos, o cualquier cosa que no tenemos literalmente en inglés. Siempre hay un equilibrio difícil para navegar: no quiero traicionar al poema original, pero, por otro lado, no quiero que la traducción sea tan literal y que le mate el espíritu del original. Generalmente creo que un poco de traición es necesaria para hacer una buena traducción. De hecho, el proceso de traducción es más o menos un acto de traición benevolente. En esta nota siempre mantengo contacto con los poetas, ya que para mí es vital que les gusten y aprueben las traducciones, pues soy poeta también, entiendo el trabajo intelectual y emocional necesario para escribir un buen poema, y siempre quiero dar el respeto necesario a los poemas y autores. Finalmente, yo envío el borrador al autor, a mi taller de traducción y/o a un profesor, escucho sus comentarios y reviso el inglés de la traducción. Y, finalmente, tenemos un poema en inglés.

GM Eres editor en traducción de poesía para la revista The Arkansas International. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

DB Trabajar con The Arkansas International ha sido una experiencia increíblemente divertida y útil. Leer, para un poeta o traductor, es como practicar escalas para un músico o ejercicio para un atleta. Cada semana yo leo traducciones de poetas de todo el mundo para elegir las mejores traducciones para publicar en la revista. Este proceso ha tenido una influencia profunda sobre mis propios poemas, así como también la literatura que yo leo. En el curso de siete ediciones hemos publicado literatura de más de 40 países. Yo he tenido oportunidades para publicar algunos de mis poetas favoritos, como Tomas Tranströmer (Suecia), traducido por Patty Crane. También yo he descubierto nuevos favoritos como Ana Luísa Amaral (Portugal), Jerzy Jarniewicz (Polonia), y Nadia Anjuman (Afganistán). ¡Estén atentos para poemas y traducciones de unos pocos poetas venezolanos, como Oriette D’Angelo (traducido por Lupita Eyde-Tucker), Leonora Simonovis y Roberto Echeto (traducido por Jennifer Shyue) en futuras ediciones!

GM En Santiago estás desarrollando una antología de poetas venezolanos residentes en Chile. ¿Cómo surgió este proyecto? ¿Cómo ha sido tu encuentro con la poesía actual venezolana?

DB En verdad me siento un poco como un literario Forrest Gump porque yo me he tropezado con un momento importante de la literatura latinoamericana más o menos por accidente. El invierno pasado visité Chile como turista; el ambiente, la historia y la cultura siempre me fascinó y finalmente tuve la oportunidad para viajar aquí. Cuando estuve en Santiago, Anna Vilner, una amiga traductora que vivió aquí unos pocos años, me puso en contacto con su amiga, Marta Sojo, una poeta venezolana que vive en la misma ciudad. Después de un café y una conversación sobre la migración venezolana, nos hicimos amigos, y ella me invitó a una lectura y lanzamiento del plaquettes de poesía venezolana en La Sebastiana, en Valparaíso, organizada por LP5 Editora. Allá conocí a otros poetas como Sara Viloria, Fernando Vanegas y a ti. Después de la lectura me regalaron sus plaquettes. Luego de dos semanas hablé con Sara y Marta sobre los otros poetas venezolanos residentes acá en Chile y acerca de nuestra idea de recoger y traducir poemas para una antología que se desarrolló orgánicamente.

Afortunadamente la Universidad de Arkansas, donde antes solo estudié escritura creativa, también tiene una mención en traducción literaria y entonces decidí estudiar ambas, poesía y traducción literaria. También, por fortuna, mi escuela tiene una beca de la Fundación Internacional de Sturgis para enviar estudiantes hacia otros países para hacer proyectos independientes relacionados con sus estudios. Después de unos pocos meses delineando el proyecto, recibí la beca y me mudé a Santiago de Chile.

Mi encuentro con la poesía actual venezolana ha sido súper chévere. Ha tenido un largo efecto en el estilo de mis propios poemas. También ha sido una oportunidad excelente para aprender más sobre el español y mejorarlo. Por último, creo que esta generación de poetas venezolanos que viven en la “tierra de poetas” forman un movimiento importante para la literatura mundial y estoy muy agradecido no solo por participar con mis traducciones, sino también por considerar muchos de estos poetas mis amigos.

GM ¿Qué opinión tienes sobre la llamada Primavera chilena o el Despertar de Chile?

DB Yo apoyo el movimiento 100%. El movimiento aquí me parece muy necesario, especialmente considerando la desigualdad en la sociedad chilena y la violencia en manos del Estado. Además, siento un tipo de obligación para observar y participar. Tuve la oportunidad de participar en una lectura de protesta, así como para hacer varios cacerolazos. Desde mi punto de vista esta crisis es en gran parte el resultado de una continuación de las ideas y las políticas que nacieron durante la dictadura que tuvo el apoyo de los EEUU, los Chicago Boys y Henry Kissinger, y por esta razón los problemas actuales chilenos son muy parecidos a los de los EEUU. Conocí esta historia antes, leyendo e investigando en los EEUU, pero era más como un conocimiento abstracto. Es diferente estar acá, donde este legado es concreto —especialmente para los chilenos y los inmigrantes viviendo en el país—. Puedes leer la realidad en el graffiti de los muros de Santiago o verla en la gente caminando en las calles con parches en el ojo, o cuando tu casa se llena con bombas lacrimógenas, pues la policía estaba afuera tirando gas a los estudiantes que se manifestaban pacíficamente.

Hace unas pocas semanas visité Valdivia con Sara Viloria. El lunes teníamos tres horas para aprovechar antes de la salida de nuestro bus; decidimos esperar en la plaza central. Un grupo de seis o siete feministas realizaba una actuación de “Un violador en tu camino.” De repente la policía llegó en guanacos y tiraron una mezcla fuerte de lacrimógenas y otros químicos cáusticos no solo al grupo de manifestantes, sino al parque lleno de gente. Vimos una niña de cuatro años y una mujer de la tercera edad llorando con rostros llenos de químicos. Todo lo que queríamos era estar en el parque un lunes. Fue uno de los momentos más indignantes de mi vida. Pero mi punto es este: si seis mujeres manifestantes pudieron provocar una respuesta tan violenta del Estado, obviamente la gente tiene un poder que es real y fuerte contra los sistemas injustos que tenemos hoy. Estar aquí durante la crisis social me ha dado la esperanza de que la gente puede cambiar cosas para mejor, y esta esperanza es algo que también necesitamos en los EEUU ahora.