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PAULA ABRAMO: POESÍA ACTUAL DE MÉXICO

PAULA ABRAMO (Ciudad de México, 1980). Estudió Letras Clásicas en la UNAM y es traductora del portugués. Ha vertido al castellano una cuarentena de libros, entre los que destacan el

Gladys Mendía 5 años ago 150
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PAULA ABRAMO (Ciudad de México, 1980). Estudió Letras Clásicas en la UNAM y es traductora del portugués. Ha vertido al castellano una cuarentena de libros, entre los que destacan el poemario Un útero es del tamaño de un puño, de Angélica Freitas (Kriller71, 2016) y las novelas El Ateneo, de Raul Pompeia (UNAM, 2013; Secretaría de Cultura, 2015), El libro de las imposibilidades y Domingos sin Dios, ambas de Luiz Ruffato (Elephas, 2015 y 2016 respectivamente), La tristeza extraordinaria del leopardo de las nieves, de Joca Reiners Terron (Almadía, 2015) y Opisanie świata, de Veronica Stigger (Antílope, en prensa), entre otras. Es autora del poemario Fiat Lux (FETA, 2012), con el que obtuvo el primer Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza, otorgado por El Colegio de México (2013). Fue becaria del Programa Jóvenes Creadores del FONCA en el área de poesía en dos ocasiones (2010-2011 y 2013-2014), y traductora residente en el Banff International Literary Translation Centre en 2017. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores.

Cuide a su cachorra

Ruido.
se pican las llamadas de los que buscan
e inquieren.
¿Qué es lo que quieren
estancar? Nombres falsos
se gestan como bacterias
necesarias
en las esquinas oscuras
del sigilo.
Ruido. Se pican. Todas
se cortan hacia el segundo treinta,
de los que inquieren. Ruido.
Y sobre todo
si buscan normalistas.
Y sobre todo
si hablan con ellos. Interferencia.
Interrupción. El corte en las llamadas
introduce palabras que anuncian
cortes
en la carne. Al segundo
treinta
se pica todo:
papel de china que cae,
pero arrugado y sucio
y en desorden.
Alerta: cada hábito viejo
es una calle
cerrada, y el azar es el signo
de la fuga.
Cuide a su cachorra. Dice una voz
entre el ruido. Y luego el nombre
de la cachorra
como un eco. Ruido.
Entre cascadas de lija.




*Este texto está inspirado en una nota publicada por Mathieu Tourliere en la revista Proceso (8/octubre/2015), acerca de las amenazas recibidas por la madre de María Fernanda Giordano Gómez, activista pro-Ayotzinapa.

Faca

O dicionário é o universo. Baba-se (sic)
de esclarecimentos, mas atordoa, à primeira
 vista, como a agitação das grandes cidades
desconhecidas.

Raúl Pompeia

No quedaba claro
si se gababan o se
babeaban o se grababan, pero,
en todo caso,

aturdían.

Así,
a primera vista,
los tortuosos callejones de Léxico
City.

Yo
primero,
habité una casa llamada faca.

La palabra faca babeaba
por los extremos:
la lengua recién estrenada
asomaba por el tajo nuevo,
lamiendo
las comisuras de grasa tierna
y leche
y brincos en la cama. Era una casa
de plata, con filos que grababan, gateaban
babeaban
en un cuarto, a las siete
de la tarde, en la colonia
San Miguel Chapultepec.

Era una faca. No era un cuchillo corvo, era
una faca, no
un machete, era
una faca de desayuno, punta roma, faca
de untar miel en el pan, pero cortaba,
la primera
palabra
que dije en otra lengua.

Era un filo serrado, la palabra
tenía
dientes diminutos,
de leche,
cortaba
como un arado marcando los confines
de una tierra:
del muro hacia adentro es faca (pero
por educación, no se esgrime
una faca
en presencia de los otros), del muro
hacia afuera están las calles están
sus petimetres y sus dandies y sus cholos,
están
las verdaderas facas, los
cuchillos de este mundo, la faca
se queda en casa.
Es
la casa: el libro en el estante, el cuento
por la noche, cortado
por la faca, por un muro
de silencio:
la faca untando el pan
de cada día