Menu

Tres crónicas de Belén Ojeda

Tres crónicas de su más reciente libro FRAGMENTOS (LP5 Editora, 2023)

Gladys Mendía 1 año ago 51
Compartir:

    LA DANESA SE VA A QUEMAR

     El mes de diciembre era muy interesante en nuestra residencia moscovita. Nada impedía las múltiples celebraciones, ni siquiera el hecho de que en la Unión Soviética no hubiera religión oficial.

     Las fiestas comenzaban desde principios de mes.

     La irlandesa organizaba una reunión el 5 para esperar la llegada de San Nicolás.

     El 24 la mayoría de los estudiantes de países católicos celebraba la Navidad.

     El 31 casi todos esperábamos la llegada del año nuevo, menos aquellos que procedían de países asiáticos, pues para ellos el nuevo ciclo se inicia en enero o febrero. Por lo tanto, el 31 de diciembre era un día rutinario.

     Los rusos hacían tres celebraciones: el año nuevo por el Calendario Gregoriano, es decir, el 31 de diciembre; la navidad por el Calendario Juliano, vigente aún en la Iglesia ortodoxa Rusa (del 6 al 7 de enero) y el año nuevo por el mismo calendario, del 13 al 14 de enero.

     Los cubanos, además del año nuevo, celebraban el aniversario de la Revolución el 1 de Enero.

     En aquellos días, el lugar más interesante era la cocina. De allí salían los más variados platos, propios de la tradición de cada país.

     Las celebraciones adquirían una dimensión multicultural y multiétnica de una gran intensidad. Tanto era así, que algunos moscovitas preferían esperar la llegada del año nuevo en la residencia estudiantil.

     Creo que nunca dejé de sorprenderme ante las costumbres y rituales que descubría cada año, pero una de esas ceremonias quedó grabada en mi memoria de manera especial.

     En los últimos años de mi permanencia en Moscú, llegó al Conservatorio una arpista danesa de largos cabellos rubios. El día de solsticio invernal ella se vistió con una larga bata blanca, se soltó los cabellos y colocó en su cabeza una corona de velitas encendidas. Salió de su habitación y caminó por los interminables pasillos de la residencia.

     Todavía hoy recuerdo con nitidez la imagen de aquella mujer que alumbraba con su túnica, sus cabellos y el fuego que la coronaba, la larga noche invernal.

Pero en aquel momento, mientras ella caminaba de espaldas a mí y se alejaba, yo sólo sentía angustia y pensaba: “¡La danesa se va a quemar!”.

     Permanecí inmóvil hasta que ella desapareció en el pasillo.

     UN ALMANAQUE EN LA PALMA DE LAS MANOS

     Todos los pueblos cuentan con los dedos, y este simple hecho puede hacerse de muchas maneras: de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro; de izquierda a derecha o de derecha a izquierda.

     Pero los vietnamitas tienen un modo muy curioso: cuentan por falange. Así que al mirar sus manos pueden usarlas como ábaco o calendario, pues en diez dedos tenemos veintiocho falanges.

     LLENA LA TAZA Y SE IRÁ

     Con frecuencia mis amigas de Uzbekistán me hablaban de la ceremonia del té.

     En ese  país, este ritual es oficiado por las mujeres, quienes se mantienen vigilantes, a cierta distancia del huésped, prestas a servir la aromática bebida.

     Mientras mayor jerarquía tiene el invitado, mientras más respeto se le profesa, menor es la cantidad que se le sirve, ya que eso obliga a la anfitriona a manifestar continuamente sus atenciones.

     Si la presencia de un visitante no se considera grata, la taza se sirve llena. Esto significa que no se le servirá más y por lo tanto, al terminar de beber deberá marcharse.

Belén Ojeda (Caracas, Venezuela 1961). Música, Traductora y Poeta. Egresada del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. Ha publicado los poemarios: Días de solsticio (PEN CLUB, 1995); En el ojo de la cabra (Editorial Diosa Blanca); Territorios (La Liebre Libre Editores, 2000); Graffiti y otros textos (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2002). Obra completa (LP5 Editora, 2020). Traductora directamente del ruso de: Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva, Ossip Mandelshtam y Boris Pasternak.