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Sobre I de Francisco Catalano

Francisco Catalano: el nombre de lo indecible   Por: Jairo Rojas Rojas El primer libro de Francisco Catalano I (2010, Caracas: ediciones del autor) es la respuesta poética a una pregunta con

Gladys Mendía 6 años ago 5
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Francisco Catalano: el nombre de lo indecible

 

Por: Jairo Rojas Rojas

El primer libro de Francisco Catalano (2010, Caracas: ediciones del autor) es la respuesta poética a una pregunta con resonancias místicas y también filosóficas: ¿cómo nombrar lo innombrable? Ya el título es la prefiguración y el resumen de esa respuesta a la par del inicio de un proyecto literario singular y arriesgado que construye más que un libro un artefacto lingüístico que expande el terreno de las posibilidades poéticas dentro de la tradición lírica venezolana. Aunque decir título es inexacto pues I no es signo, ni número, ni letra sino una mínima grafía impronunciable que inaugura un ámbito donde lenguaje y silencio juegan una situación pendular, semejante a las experiencias místicas que distintas tradiciones nos han relatado como imposibilidad de describir, esa intuición o éxtasis que brevemente se conecta con ese algo trascendental negado a las posibilidades comunicativas aunque en el caso de Catalano más que apostar y seguir por una doctrina religiosa o filosófica como vía para la comunicación inmediata y directa con la divinidad o el Todo, prefiere trabajar con el lenguaje y ahondar en sus profundidades y posibilidades; esto es, volver la poesía religión, rendir culto a la palabra cuyo misterio crea el mundo a través de un hombre que lo nombra. El ritual del poeta en este caso es meditar en ese origen, regresar al silencio inaugural de donde partió todo, donde nacieron los nombres.
Este libro está separado en dos momentos: Libro 0 y libro 1, pero sin sufrir drástica distancia lo cual genera un espacio continuo que se construye y se reconstruye por medio de un lenguaje depurado que despliega múltiples sentidos, nacido de las ideas y de la visualización de aquel ámbito innombrable que erosiona gran parte de los referentes de la realidad inmediata hasta llegar a estructuras verbales con ecos geométricos, puros, que también son una manera de intentar decir.
Si bien todo el conjunto de textos adoptan un tono reflexivo por momentos se aprecia el movimiento sinusoidal que armónicamente une las abstracciones y las ideas con los impulsos sensoriales o los referentes de una ciudad como la de Caracas. Y ese rasgo fluctuante es uno de sus más logrados aciertos, un ejemplo de lucidez que intenta buscar solución a la pregunta que lo subyuga pero a la vez es impulso de sus más evidentes dones verbales. Una propuesta que afecta no solo el manido lenguaje lírico sino su disposición espacial en la hoja porque intentar decir la luz, el infinito o el poema demandan un trabajo riguroso con el lenguaje, su deconstrucción y su atisbo. Preocupaciones temáticas más del lado del silencio pero que Catalano acusa como siempre lo ha hecho la buena poesía: creando un sistema particular sin temor a las eficiencias comunicativas que a fin de cuentas no conforman el corazón de la poesía pero sí de otros parientes como la novela o el ensayo, por ejemplo. En fin, esta obra es una manera de responder(se) sin complejos de complacencias o de agradar. Exige lectores activos, trabaja desde la incomodidad, obliga a la pausa en el mundo del consumo veloz mostrando un pliegue de la realidad que la publicidad, el mercado o las ideologías nos oculta. El autoconocimiento como resistencia y, por qué no, como vía de liberación donde las palabras son testimonio de una experiencia indecible, precisamente por ser experiencia de lo indecible.