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JUAN SECAIRA O LA RESILIENCIA ESPIRITUAL COMO IMAGINERÍA POR ENDER RODRÍGUEZ

Juan Secaira o la resiliencia espiritual como imaginería Por Ender Rodríguez Primero que todo, debo aclarar esto no es un ensayo epistemológico, críptico, ni muy serio. Es un acercamiento lírico

Gladys Mendía 4 años ago 79
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Juan Secaira o la resiliencia espiritual como imaginería
Por Ender Rodríguez

Primero que todo, debo aclarar esto no es un ensayo epistemológico, críptico, ni muy serio. Es un acercamiento lírico y reflexivo quizás, a un lenguaje de vida y a un canto resiliente en el poeta y artista Juan Secaira, a quien conocí por las redes y con quien no he tenido el honor de sentarme a beber un vino o a devorar un puro ecuatoriano escuchando a sus hijos reír alrededor, mientras nos lee sus poemas. Me presento: soy un “escribidor” y me identifico con la superación del dolor, aunque a veces lo adolorido me rebasa. En el arte me considero un “hijo bastardo del absurdo” o un “surreal sin espinas”. Vine desde los traumas familiares, sorteando la vida a lo más. Escribí sobre eso: “Las violencias de Papá eran mi jarabe para la tos, mientras Mamá deliraba en su mazmorra azul”. Hablo de que trabajo “con el dolor”, porque he realizado talleres durante años en pedagogías liberadoras del arte con “mujeres refugiadas colombianas” en mi país Venezuela (Nación más que adolorida, ardida). Junto a muchas de ellas y sus hijos conocí a mi muy querida Edda. Le asesinaron a su hermano, su esposo y su hijo. Y se vino amenazada de muerte desde el país hermano hasta Venezuela. Eso fue hace muchos años, pero hace poco debió devolverse a su país, a pesar de todo, porque ya Venezuela no es una quimera, ni un oasis ni una cabra con perniles de azafrán. Edda sabía dibujar, cocer, tejer, escribir poesía y, en fin, sabía revivirse. Liderizaba “procesos de vida” ante otras mujeres refugiadas o en proceso de serlo. En una obra que hicimos en la frontera colombo-veneca escribió: “Hijo, de tus sueños rotos nacerán mis nietos”. Quise iniciar así este raro ensayo, para conectar a través de anécdotas y lírica.

Juan Secaira Velástegui (Quito, Ecuador, 1971). Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha publicado el libro de ensayo Obsesiones urbanas, texto crítico acerca de la obra narrativa de Humberto Salvador.
Sus libros de poesía son:
Construcción del vacío, editorial Sarasvati, Nueva York, mención especial del premio Ángel Miguel Pozanco (España).
No es dicha, editorial El Tábano, (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade).
Sujeto de ida, Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Ribera de cristal, Ediciones de Pandora, Tampa-Florida.
La mitad opuesta, editorial S Libros.
Caracoles hacen círculos en las sienes (Una de las plaquetas ganadoras de la colección “Cronología del Espejo”, de Editorial Despertar).
-Y La malsana marcha a contraluz, Jaguar editorial.
Ha sido en dos ocasiones uno de los triunfadores del concurso de cuento El Retorno, y por eso forma parte de los libros colectivos El premio y Los engendros de la luna.
También ha sido en dos oportunidades uno de los ganadores del certamen nacional de poesía El Retorno. Por ello, sus poemas se incluyen en los libros grupales Trayecto cero y Paréntesis abierto.
Se adjudicó un accésit en el concurso de poesía organizado por la revista española Katharsis. Y un accésit en el concurso de poesía argentina Puente de Palabras.
Forma parte de antologías nacionales e internacionales. Las más recientes son la antología Voces del Café, publicada por Nueva York Poetry Press, 2018; y la Antología de poesía iberoamericana actual, publicada en España en el 2018.
Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas y ha recibido reconocimientos en el Ecuador y en el extranjero.
También dibuja y pinta, con su mano menos hábil, pues, desde el 2016, debido a una enfermedad, dejó de ser diestro para aprender a utilizar su mano izquierda. Lo sigue intentando. En el 2019 presentó sus dibujos en la muestra colectiva “El arte es dicha”.

Y el poeta sigue creando, pero, además, nos sorprende con sus biográficos, crudamente hermosos y fascinantes dibujos “hechos con dolor” con su mano no diestra: la izquierda.
Me escribió Juan (para explicarme sus dolencias): “Querido amigo: se trata de un daño neurológico, una enfermedad considerada rara, es un combo que va creciendo y se resume en: Polineuropatia desmielinizante inflamatoria crónica, cuyos síntomas son similares al síndrome de Guillain-Barré; además de arterioesclerosis, retardación motora en brazos y piernas, dolor crónico, hormigueo, una sensación de pinchazos, parálisis, radiculopatías, escoliosis, artrosis, jaquecas agudas, un daño progresivo-degenerativo”.
Me hizo recordar este noble poeta, a mis dos operaciones de columna vertebral o cuando escribí muy adolorido esos “textos algo bizarros” que hacía para alivianarme o cuando dibujaba “encamado y sin pastillas de morfina” con mis demonios encima. Recuerdo además a mi amigo el gran poeta falconiano que sufre epilepsia, a mi hermano el pintor que tiene VIH y a muchos hermanos míos, que van superando el dolor y ganándole la partida a la muerte, que se desdobla en cada esquina jugando a los dados con la vida.

Nos dice Juan Secaira: “El dolor es un ancla”

“He vuelto a garabatear. No tengo derecho, solo izquierdo. Y sigo intentando”
J.S.

“Tobogán”

“Sola”


“No es un dibujo. Ni un rostro. Ni un unicornio ni una cebra ni un caballito. Ni una cara. Es nada. Ya”
J.S.


“Hombre gusano”

“Intemperie”

Sobre sus interesantes, misteriosos y de alguna forma empíricos dibujos, puedo comentar que me envuelven como un enigma. Es decir, desde que conocí sus poemas, más comprendí sus dibujos líricos, complejamente entramados y del alma. Debo decir que como artista adoro lo que llaman algunos intelectuales y críticos, sarcásticamente, el “mal arte”. El Museo del Arte Malo o ("MOBA" por sus siglas en inglés para Museum of Bad Art), es un museo de carácter privado cuyo objetivo es "celebrar la labor de los artistas cuyo trabajo sería mostrado y apreciado en ningún foro más que éste". Cómo no encantarle a uno el Arte en Bruto (ART BRUT) de Jean Dubuffet y todo lo que hizo para coleccionar este tipo de arte que es de carácter espontáneo e imaginativo, no contaminado por modelos establecidos, y elaborado por personas sin formación académica y ajenas a los valores artísticos tradicionales, generalmente considerados al margen de la sociedad.

El Museo de la Basura de Colombia es una joya del underground y la resiliencia. En España existe el Museo Pedagógico de Arte Infantil MUPAI. Y el gran iniciador del reconocimiento de la “creactividad” infantil es el pintor Franz Cisek, que crea en 1897 la primera escuela de arte infantil del mundo. Conocí el impresionante arte de personas con discapacidad gracias a mi hijo autista. Más allá de sus ataques, su ira y hasta su convulsión, él abrió mi alma de colores cuando lo puse a manchar una tela con pintura. Lo desnudamos y pintó su propio cosmos. Dentro de las tantas posibilidades de ese “otro arte”, es que conocí a Juan Secaira o llegué a sus trazos, digamos.

La belleza de la superación de los traumas y enfermedades nos la explican muy bien, la Programación Neuro-lingüística, la Psicología Positiva, la Creática, y de alguna forma lo Holístico y en definitiva La resiliencia. El mañana deberá estar untado de hibridez, trans-disciplinariedad e inclusive de impertinencia del pensamiento. Pensamiento Lateral, irreverente, mestizo y aborigen. Es hermosísimo el logro de Jacques Lizot cuando les dio a unos niños yanomamis de la amazonía venezolana marcadores y hojas blancas, y estos inmensos chicos hicieron maravillas que este antropólogo francés publicó en Venezuela bajo el nombre “El hombre de la pantorrilla preñada” (Mitología Yanomami). Lizot hablaba de ese arte “no domesticado” y decía que nuestros niños, muy programados por la televisión y la vida moderna, podían perder su creatividad innata. Las escuelas deberían ser centros de liberación no parecerse a cárceles u “hospitales psiquiátricos del orden”. La arte-terapia debe ser igualmente liberadora, sino será entonces “laborterapia de la opresión”.

Marguerite Duras: “Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido”. Yo diría que rayar o garabatear es aullar con el mejor ruido, el de la vía láctea interior.

Dejo por acá un poema que dedico a Mercedes (mi asesinada abuela pintora, que no conocí), y también dedico este trabajo escritural al gran Juan Secaira:

“Yo nací un día en que solo existía lo invisible
un día en que los demonios y los dioses eran lo mismo
un día en que las placentas se sumergían en un big bang
de marsupiales azules listos para no nacerme
un día sin noche y una noche en que todo era mentira
Yo no nací para llenar mi rompecabezas con estiércol dulce
ni tampoco para rezarle a las galaxias radioactivas

Nací en el día “cero criminal” como Ludovico
Nací cuando el infinito no era un “uno” ni un “dos”
En fin, yo no sé si nací realmente, o esto es un juego mental que alguien
trama conmigo”.


En palabras del propio Juan para la revista literaria venezolana “Letralia” encontramos en su entrevista esta contextual realidad:

“Desde niño, gracias a la influencia familiar de mis padres, comencé a borronear cuadernos. de niño estuve cerca de morir en un terrible accidente automovilístico. Esa experiencia, unida a otras ligadas con la pérdida, me hizo entender que nadie es lo suficientemente invisible para ser feliz. Luego el trayecto ha ido entre el dolor y el placer. Además de libros de cabecera he tenido inquietud por la pintura y por la música; todo esto en perfecta soledad y sin la necesidad de demostrarlo o convertirlo en una pose intelectual”. (Consultado el 08-10-2019 y disponible en: https://letralia.com/258/entrevistas01.htm )

De su poema “Naturalmente preso” extraemos:


“… No soy
mi voz fue desechada
mi cuerpo obligado a ‘progresar’.
Solamente reconozco mis dientes
filudos
sangrientos.
Lo demás: de papá
de mamá
eventuales abrazos nocturnos
diques de un buque maldito…”.

Del poema “Hormiga/s” nos deleita Juan:

“Me siento en una de las bancas de ese parque cuyas letras ya forman, patéticamente, la palabra hogar. Las personas pasan, como hormigas, me miran de reojo, siento sus ojos en mis entrañas. Unos se tapan la boca, otros murmuran con sarcasmo y hasta con odio, mientras mueven sus cabezas y observan al cielo, antes azul, hoy rojo intenso. Toco mi rostro, la sangre cae a borbotones, mancha mi única vestimenta, humedeciendo con su calor un día más en esta ciudad”.

Van Gogh decía que el arte era para las personas rotas por la existencia. Frida Kahlo con sus 33 operaciones quirúrgicas nos confirma todo ello, con sus espectaculares pinturas biográficas que estremecen a cualquiera que desee entrar a la habitación del espíritu de Frida. “El arte de Kahlo está cargado de referencias a sus problemas ortopédicos y proporciona una poderosa mirada en su lucha con la incapacidad física”, decía el cirujano ortopédico James G. Gamble para la revista ‘The Pharos’ (Consultado el 08-10-2019 y disponible en: (https://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/09/21/dolor/1158854577.html)

Fernando Vallejo, nos dice que “De lo único que me considero artista es de la supervivencia: en un mundo de locos rabiosos llegué a la vejez”.

Es este texto apenas, un “abreboca” a la larga obra del poeta y artista amigo Juan Secaira. Terminé este escrito un día después de haber llevado a dormir a mi adorado hijo con autismo y justo de salir a beber con mis dos amigos de infancia, llevando a Pablo en su silla de ruedas —no tan voladora— para ir a comprar una botella de ron y celebrar la vida aun con sus maltratos y desastres. Puede que caiga la bomba atómica mañana, pero mientras, deliraré creando más y más. Es necesario nombrar a Matt Sesow, un colorista estadounidense bien inquietante. Como artista tuvo un accidente sorprendente en su infancia al caerle el propulsor de un avión y arrancarle parte del brazo. Empezó a pintar para expresar el trauma, las heridas y la intensa necesidad de manifestarse a través del arte y sus colores eran intensamente geniales. La vida es misteriosa y laberíntica, pero tiene sus luces dentro de sus sombras. Recalcaba el poeta César Vallejo: “Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir”.

Considero que Juan Secaira es la “otra cara del arte” y la revelación de la “otredad”. En sus obras hay densidad, historias, su biografía, sus intesidades y rabias, y su amor a la propia y encarnada existencia. En la vida hay horror y amor, hay centellas y orugas. El dolor también nos enseña a sobrepasarlo casi todo. Considero que Juan Secaira es la “otra cara del arte” y humanamente la revelación de la “otredad”.

Vaya este homenaje a quienes pueden volar y no lo hacen. Imagino ver pronto un libro de sus dibujos y poemas como homenaje a la vida misma y a esas valentías por la expresión, por el manifiesto, y por el ser

“El arte del instante”


“…Hay evidencias
del dolor
y uno que otro dibujo
de los que se hacen al apuro
así mismo apareció una piedra dentro de mi cabeza
ruido
escrito con un puño
al aire
tanta magia en un truco
incierto”.

“Caritas”

“Escote”

“… Enfermo y sano propongo que juguemos con arcilla
mientras sano
enfermo
danza irreconciliable en inverso reino
el resultado qué decreta…”.

J.S.

Ender Rodríguez: escritor y artista visual venezolano: www.enderodrigueznomeempoeme.blogspot.com