AYARI LÜDERS (1988-2019) Originaria de la ciudad de México. En sus primeros años incursionó en el arte dramático como actriz para la compañía César Balcázar Producciones y después en los talleres de actuación de CADAC y la ENAT. Más tarde estudió la literatura en Ciencias de la Comunicación en la UVM y un Máster en Escritura Creativa en la Universidad de Se villa, como también cursó el Diplomado para Escritores de la escuela de Sogem. Sus poemas han sido publicados en diferentes antologías y en revistas literarias. Impartió talleres de redacción, teatro y poesía mexicana.
Selección por Gladys Mendía de Mujer de Tierra (Ultramarina Editorial, 2018)
Extender el fuego
Tocar la llama de esta tierra
con el frío descalzo
de los pies sembrados.
Es fría la llama,
sus años azules estallan lejanos
rayo que vibra
en el espacio helado
Es combustible la vida invisible,
el secreto mundo,
la inmensidad atómica.
Es combustión serena, silenciosa.
La muerte es silencio que nace,
eclosión callada
vida que subyace
como luz que navega
en el vacío lleno de tiempo.
Es fuego la vida convexa:
puente luminiscente
gira, gime
da vida.
¡Danos vida, flama dorada!
Hasta ser vistos por tu llama somos.
Somos luz viajera,
luna solitaria que rima en las olas
con el cielo inmortal del que pendemos
nos ciega
y nos suspende
en la obscuridad de la pupila:
abismo universal que nos contempla.
Es reflejo la estrella
que explota, expira
exhala y extiende
el fuego.
Bordes
Un borde atraviesa el cielo,
ligero, toca la inmensidad inocua
y en ella nacen ondas temporales.
Toda vida es circular y se expande
en olas sensibles sobre el agua
que sin tocarse se mueven y escurren
sobre las rocas serenas hasta el borde.
Un cuerpo contenido en orillas
que ondulan apoyándose en el aire
confiando en la fina ligereza
que se desliza en la soltura libre.
Todo cuerpo es contención, opresión.
Nada es ligero hasta liberarse de su orilla,
del borde accidental que nos devora.
Estamos llenos de orillas.
Somos contención que ondula
pero bailamos apoyados en el aire
para creer en la ligereza
que se desliza en la soltura.
No seremos ligeros
hasta liberarnos de cada orilla.
Tiempo
El tiempo es laguna y es mar,
simulacro de olas en la orilla,
río que destroza la piedra.
Es brisa que desvanece
juego de esperar y evadir
tiempo a tiempo.
Dos sílabas inexorables que resuenan.
Mineros ciegos rasgando la montaña.
Tic-tac. La vida se acaba. Tic-tac.
Uno se detiene, el tiempo avanza.
El camino es sombra que se alarga
y la capacidad de avanzar se entume.
Una rima invernal, que congela,
que escala en la piel descalza
penetrándola en cada paso.
Todos nacimos descalzos
para dolernos del miedo-tiempo
que nos consume
Todos nacimos a tiempo,
él nos desvanecerá
a nuestra hora.
Astros
Caerá, la luna serena
con su luz robada
sobre el muelle castaño
y río de ella
eclipsada por mi Tierra.
De polvo el universo
se ha construido
y ningún dios
nació de ello.
Me lo dice un pecho
que vuela aleteando
entre mi costillar jaula
El sol morirá detrás
de las montañas
con su inmensidad dorada.
La lejanía es melancólica
porque toda visión
asemeja soles y lunas.
De cerca todo es fuego
bosque y agua.
Dentro todo es corazón
y palpita
hasta caer sobre el muelle
castaño de mi pelo.